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martes, 12 de julio de 2011

Hong Kong (II) El día de las atracciones

Primer día de jet lag en Hong Kong. Algunos nos hemos tirado desde las 3 de la mañana despiertos, hablando con nuestros queridos en España, hasta las 5, para despertarnos 4 horas más tarde. Nos hemos pegado una duchita, y hemos ido a buscar un desayuno occidental. Ya salíamos de casa con la idea de ir a un McDonalds y había uno en frente de nuestra parada de metro asique hemos desayunado allí. Un Egg McMuffin y un coffe + potatoe, tirado de precio 17HK$. Para el día de hoy teníamos muchas tareas. Metro en dirección Tung Chung, en la isla de Lantau, para coger el teleférico y ver al Buddha de 25m de altura.
Durante el viaje en metro, había una niña pequeña que iba en la silla con su madre. La niña se ha puesto a hablar con todo el mundo a su alrededor, en chino o en inglés le daba igual. Vaya suerte ha tenido la pequeñaja. Y luego, una señora que estaba sentada a mi lado, ha soltado un eructo como si no hubiera mañana, y lo único que se le ocurre es darse unos golpecitos en plan Salud! jajaja. Que guarros estos chinos.
Son alucinantes los Condominiums de los chinos, los cientos de miles de apartamentos que conviven en solo unos pocos metros cuadrados.




Para el teleférico hemos elegido la opcion de ida con suelo de cristal, y vuelta en cabina normal. O también, una opción algo más cansada ir andando por el sendero de piedra. Creedme, preferís la primera opción.

El pueblo Ngong Ping está montado muy turístico, con varios tipos de actuaciones, entre ellas unos monjes shaolín.



Después de unas mega escaleras...


el gran Buddha de 25 metros de altura.



Curiosamente, nos han regalado una cartulina de Buddha que según ha dicho la viejecita nos ayudará a tener buena suerte y un buen trabajo. También daban un helado y una botella de agua por visitar todo el Buddha completo, por dentro, que es tipo museo. Luego hemos pasado por el Po Lin Monastery, para volver a bajar en teleférico, esta vez sin suelo de cristal. Hemos vuelto a por el trípode al hostal, nos esperaba una buena sesión fotográfica del espectaculo de música y luz. De camino íbamos en el metro observando el atuendo y físico de las mujeres chinas, bastante pobre en conclusión. Pero, curiosamente, siempre está la excepción que cumple la regla, y es que nuestro compi Eugenio, ha encontrado la que fácilmente podria ser su futura esposa. Era monilla la chica, todo sea dicho. Y, clarísimamente, el sentimiento era mútuo. Como también hemos venido de turismo, hemos observado varias cosas curiosas mientras cogíamos el tranvía dirección Western Market en busca de las escaleras más largas del mundo en la superficie, las Mid-Central Escalator. Una de ellas es que el material de los andamios aquí se realiza con bambú. Ojo a las imágenes:


Otra cosa curiosa es que la ciudad no está dotada de una red de carril bici, asique parece que los honkies utilizan un método muy válido. Ir detrás de los tranvías, bien protegidos del tráfico, y a un ritmo más que aceptable.


Más cosas curiosas, la distancia de seguridad entre tranvías tiene un concepto distino en la Special Administrative Region (Hong Kong). Esta definida de la siguiente manera: La distancia de seguridad entre dos tranvías distintos debe ser menor que la que permita al viajero del primer tranvía endiñarle lo que viene siendo una buena colleja al primer viajero del tranvía posterior. Vease la figura:


Algunos pobres Honkies tienen que vivir con la autopista al lado de su casa, literalmente.


Nos hemos bajado del tranvía en Central Hong Kong, la zona donde están situados la mayor parte de los rascacielos de la isla.


Después de subir, y subir, y subir, ah! y subir! escaleras, hemos llegado a la cima. Allí hemos cogido un taxi que nos llevara hasta el The Peak Tram, el tranvía que nos llevaría hasta el Peak Victoria, donde hay unas vistas magníficas de la ciudad.


Después de unas fotos molonas, hemos vuelto en dirección Central Hong Kong, para coger de nuevo el Star Ferry en el pier 7. Hemos cogido un sitio más o menos bueno para ver el espectáculo de luces que tiene lugar todos los días a las 20.00 horas.


Luego hemos ido a intentar cenar al Temple Street Night Market, pero como estaban todos los carteles en chino, no nos ha quedado mas remedio que buscar alguno un poco más allá que tuviera la carta en inglés. Hemos encontrado uno muy decente, donde hemos podido comer Arroz cocinado al estilo de Singapur (qué recuerdos!) y Chicken rice. Atentos a las calles que hemos recorrido, practicamente todo en chino. Incomprensible.





Hemos pasado el día entre tranvías, metros, taxis, escaleras mecánicas, ferries y teleféricos, y con tantas colas nos hemos sentido como en un parque de atracciones. Como siempre, con la ilusión de un niño.
Mañana día de compra de souvenirs, y recuerdos varios, y ponemos rumbo a Guilin. Dicho Güilín. Para los que, como yo, aun no saben chino.